A pesar que estas ondas no se encuentran el un intervalo en el cual se produce la sensación de sonido para el ser humano (entre los 20Hz y los 20.000Hz), este descubrimiento apoyaría la idea que tenían personas como Platón, Kircher, Kepler, Newton, entre otros.
La idea de que el cosmos reproduce una armonía universal, data del tiempo de los pitagóricos, que basaban sus ideas en la relación armónica-matemática entre las distancias, las órbitas y las rapideces de los astros respecto del sol. De esta manera, las esferas más cercanas al sol reproducían tonos más graves (tonos bajos) y se agudizaban a medida que las esferas orbitan en posiciones más lejanas respecto a la estrella.
Es importante recalcar, que las armonías que reproducirían los astros, no corresponderían a una obra musical tal como la concebimos, ya que no obedecería a los paradigmas estéticos que rigen a una composición musical. El concepto de la “música de las esferas” está más ligado a principios matemáticos y físicos, pero no por eso carecen de belleza.
La música y la ciencia se encuentran más unidas de lo que la mayoría de la gente piensa y estos descubrimientos ayudan a evidenciar esta convicción. Es fundamental comprender que la belleza no es propiedad exclusiva del arte y esta idea la tenían muy clara los propios griegos, que en su mitología, describen a Euterpe (protectora de la música) y a Urania (protectora de la astronomía) como musas inseparables.